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¿Por Qué Bereanos?


En el relato plasmado en los Hechos (capítulo 17), Lucas hay una pequeñísima sección donde habla acerca de un grupo de hermanos a quienes Pablo les predicó acerca de Cristo; estos eran LOS BEREANOS.
Aquí tenemos a unos auténticos buscadores de la verdad de Dios. Observando cómo respondieron a la predicación de Pablo podemos aprender importantes lecciones.
“eran más nobles que los de Tesalónica” Los de Berea eran de sentimientos nobles porque reaccionaron con sinceridad de corazón a la predicación de Pablo. No cayeron en prejuicios, ni escucharon con la intención de buscar confrontaciones dialécticas. Lo importante para ellos era conocer y recibir la Verdad de Dios, aunque eso significara cambiar sus creencias.
“recibieron la palabra con toda solicitud” Los bereanos recibieron la palabra predicada por Pablo y Silas con toda solicitud; es decir, con la esperanza entusiasta de estar ante alguna información que les ayudara a entender el plan de Dios.
Es de notar que Pablo y Silas eran impopulares entre los judíos. A los cristianos se les calificaba de secta apóstata; pero eso no impidió que los bereanos escucharan con suma atención lo que predicaban. La razón para esta buena disposición la tenemos en parte a una buena costumbre de Pablo: “Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga y tres sábados seguidos discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara” (Hechos 17:2-3)
En efecto, por su constante uso, percibieron que para Pablo la suprema autoridad residía en las Escrituras; y eso les predispuso a escuchar con interés.
“escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así” Los bereanos tenían muy claro que sus creencias religiosas debían proceder exclusivamente de la palabra de Dios. Por eso; después de escuchar a Pablo, escudriñaron diariamente las Escrituras, para comprobar si era cierto lo que Pablo decía. Dicho de otro modo, en materia religiosa no aceptaban meras palabras de hombres por muy convincentes que sonaran (¡y Pablo era muy convincente!). La única autoridad que aceptaban era la palabra de Dios, mediante la cual comparaban y confrontaban cualquier nueva enseñanza.
Es digno de notar que para ellos el estudio de las Escrituras no estaba limitado a la asistencia a la sinagoga los sábados; sino que lo hacían diariamente; y dada la escasez de copias de las Escrituras, lo más probable es que lo hicieran en grupo. Por tanto, su estudio no consistía en un vistazo superficial y ocasional, sino que se trataba de una investigación completa y cuidadosa que hacían entre todos.
El comentarista bíblico Matthew Henry describe lo que probablemente era el sistema de estudio que seguían: “acudieron a sus biblias, buscaron los pasajes citados, leyeron el contexto, analizaron el alcance y significado de estos, los compararon con otros pasajes de la Escritura, verificaron que las deducciones de Pablo fueran naturales y genuinas y que sus argumentos fueran convincentes, y entonces actuaron en consecuencia”.
“muchos de ellos creyeron” He aquí el resultado de su nobleza de carácter: “muchos de ellos creyeron”. El propósito de escuchar y escudriñar las Escrituras era saber lo que Dios tenía que decirles; tras lo cual, abrazaron la nueva fe, haciéndose obedientes al Cristo.

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